sobre este cruel rincón de vida
Espérame, quebrada como una ortiga mártir
tomando el te a la hora de la muerte
Saborea el crujir de los amargos días,
bajo sus puentes metálicos construidos de dilemas
Seré yo, transparencia entre sus ramas cobrizas, decapitadas por
malditos sorbos que tuercen la mirada, fanática vida y bella muerte
Cuánto estupor abandonado a tu serenidad, llegar tarde, o no llegar, ahí
se Ahogaron mis palabras, con el atardecer de delgadas mentiras,
en mundos cosidos por navajas
Sus filos escondidos, asoman, clonando mi figura
Aún vivo
Siento el suelo, cantando la estulticia de mis pasos
Me ha resultado triste, esa especie de querer abrazar la muerte,
ResponderEliminarBesos.
La vida, mi vida, es un continuo abrazo de la muerte.
EliminarGracias por tu bella observación Amapola
Besoss
Aún viva siempre la poesía... ya en la vida o en la muerte, si es que existen por separado y diferenciadas (no creo) ambas categorías.
ResponderEliminarAbrazo fuerte, Poeta!!
Carlos, voy a decir una salvajada, pero así lo pienso, y es que la poesía brilla más con la muerte que con la vida. De ahí la atemporalidad de todas las artes
EliminarAbrazos!!